De La Voz de Galicia os dejo estos datos:
Carlos Gómez Lamelas, empresario afincado en Oleiros, vivió en las casas modernistas de la N-VI. Era el hijo del intendente que cuidó del inmueble desde 1940 a 1981: Aquilino Gómez. «Los Bailly, que encargaron la construcción de la residencia venían a veranear, vivían en Madrid y tenían fábricas en Argentina», apunta.
«Eso era como vivir en un palacio», puntualiza. Recuerda que la casa constaba con ocho personas de servicio, 22 habitaciones, tenía el número 13 de teléfono de O Burgo y que había que esperar 4 horas para conectar con Madrid y unos 10 minutos para conseguir una llamada con A Coruña. Destaca la belleza del lucernario que había sobre el recibidor, y del que actualmente sólo queda la estructura metálica, y también la de los dibujos de gresite que había en el recibidor, las cocinas y el office . «Había una fuente preciosa con una bóveda y una cabeza león, pero los eucaliptos la secaron», señala y asegura que cuando vivió en ella «no había ninguna casa hasta San Pedro de Nos y sólo dos hasta A Pasaxe».
«De mi generación éramos cinco chavales en toda esta zona y jugábamos al fútbol en la N-VI», indica. «Vivíamos como príncipes, aunque aislados», puntualiza.
Incautada
«Los Bailly al estallar la guerra se marcharon porque eran rojos y su propiedad fue incautada. Tomaron la finca, aunque al hijo se le pagó años más tarde millón y medio de pesetas por la propiedad», recuerda. Gómez Lamelas explica que durante la contienda en sus sótanos hubo presos republicanos, de los que guarda en la memoria las inscripciones que quedaron grabadas en las paredes. Posteriormente, el inmueble fue utilizado como escuela de mandos del Movimiento y a partir de 1951 fue utilizada por el Sindicato Vertical.
También recuerda como en 1969 las casas ardieron como consecuencia de un cigarillo mal apagado. Gómez Lamelas guarda numerosas fotografías de los grupos que visitaban la residencia en el verano ya que fue utilizada como escuela mixta de productores
. Posteriormente, los cursos pasaron a la antigua Universidad Laboral y las casas se cerraron, viviendo la familia Gómez Lamelas hasta 1981.
«Salió a tres subastas y luego fue comprada por 25 millones de pesetas en 1977 por tres socios, que posteriormente la vendieron a otro constructor», recuerda.
«Fue una barbaridad tirar la casa de abajo (la de servicio)», replica Gómez Lamelas, quien dice que no entiende cómo las autoridades permitieron el abandono de ese patrimonio.